En los tiempos que corren, adictivos a lo efímero y negados a la reflexión, lo habitual es levantar muros en vez de tender puentes. Como bien nos dice el Papa Francisco, los muros separan y los puentes acercan. No podemos permitir que los árboles nos impidan ver el bosque, ni que nuestras debilidades sean aprovechadas por aquellos que buscan nuestra destrucción política. Forjemos a partir de esas debilidades, fortalezas que nos abran una ventana de oportunidad. Porque siempre hay un bien mayor que defender. Siempre nos quedará Pericles, pero hay que hacer camino y yo siempre lo hago acompañado de Maquiavelo y Baltasar Gracián.

“El secreto de la felicidad es la libertad. Y el secreto de la libertad es el coraje.”

Juan Vicente Pérez Aras

Activemos España

En plena ruleta del desconfinamiento nos despedimos de mayo.

Mientras, el nuevo despotismo sigue abarcando la realidad política, ante el cabreo creciente de una sociedad atónita que ve acercarse una nueva pandemia, social y económica, de efectos devastadores.

No es solo que este Gobierno siga engañando a Bruselas, como Zapatero y ahora nos oculte el coste real del «rescate» que se nos viene encima.

Tampoco que el Ministro de Sanidad pretenda regular las rebajas en los comercios. Que el derecho de reunión y la libertad de cultos se regulen por Decreto.

Un país en el que los Decretos no son justificables ante el Supremo, con numerosos juristas constitucionalistas y penalistas advirtiendo de la deriva hacia una dictadura constitucional.

Donde Ministros del Gobierno de España critican sin rubor, a sectores estratégicos como la agricultura, el turismo o el automóvil.

Por no hablar de la fina epidermis de una izquierda que se revuelve contra las críticas hacia su gestión, desde esas calles y plazas que ellos llenaban no hace mucho.

Está claro que el jarabe democrático se atraganta cuando pisas moqueta.

¡Que vuelva el PP!

Enfilamos ya el mes de mayo con el anuncio del nuevo algoritmo monclovita. La realidad distópica en la que nos ha sumido el gobierno social-comunista, sigue revelándose día a día a golpe de declaraciones presidenciales al más puro estilo chavista. El control del relato tiene desbocado a un gobierno sin plan y sin rumbo, descolocando aún más, a una sociedad compleja que a cada nuevo anuncio, pasa del asombro a la estupefacción y de ésta, al cabreo colectivo. La indignación sube enteros a la par que la incompetencia de un gobierno sumido en la mentira. Todo son circunloquios para difuminar la dimensión del cataclismo sanitario. En un país normal, las cifras de la vergüenza de esta crisis habrían llevado a al dimisión de todo el gobierno.

El desconocimiento de la economía real y la toma de decisiones que afectan directamente a los sectores productivos y a la ciudadanía en general, está llevándonos hacia una crisis socio-económica de incalculables consecuencias. Pero estos «progres de salón» siguen con su mantra de que esto lo solucionan con una «tasa a los ricos», más presión fiscal y más déficit. La fórmula de la ruina económica. La misma que asesoraron a países ricos y que hoy subsisten en la más dramática ruina. Pero todo es poco para instaurar su modelo colectivista y alcanzar la dictadura del proletariado. Siguen sin darse cuenta que una economía planificada, construida al margen del mercado es inviable. No funciona, porque «en ella es imposible el cálculo económico y por consiguiente la solución racional de los problemas económicos» (L.V.Mises).

Contingentes y necesarios

Con Amanece que no es poco, el grande de José Luis Cuerda nos abría una ventana a su surrealismo particular. Una visión de lo absurdo desde lo cotidiano pero con una profundidad llena de humanismo. Todo un legado que nos hace reflexionar en este complejo momento de la política nacional. Complejidad que atañe también a lo local, a lo próximo, a lo cercano. A los propios instrumentos de una Democracia que sufre su particular coronavirus. Una Democracia debilitada tras tan solo 40 años y cuestionada por todos aquellos que se han aprovechado de sus bondades, para destruir el sistema desde dentro. Vivimos tiempos donde se cuestiona todo. Cuestionamos lo contingente y cuestionamos lo necesario.

Ya tenemos nuestra «primavera española». Galicia y País Vasco mueven ficha para no verse arrastrados por la ciclogénesis Catalana. Mientras, por estas tierras valencianas seguimos negando la mayor, obviando los graves problemas que padece la principal organización política de este territorio, en manos de Gestoras «cómodas» que ya han agotado su crédito. Como el Zapatero de sus mejores tiempos, los actuales responsables cierran filas para defender lo indefendible. Los números cantan y tratar de hacer caso omiso a lo obvio es todo un error estratégico. Lo obvio es confundir lo contingente de lo necesario.